sábado, 21 de julio de 2018

Core Danzaterapia

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DANZATERAPIA y CORE DANZATERAPIA 






La danzaterapia puede definirse como “uso psicoterapéutico del movimiento y la danza dentro de un proceso que persigue la integración psicofísica del individuo”[1]. Si bien esta definición es planteada por la Asociación Americana de Danza Movimiento Terapia, para referirse a su método, puede aplicarse a otras metodologías, considerando que la danza es cualquier “movimiento corporal en su sentido más amplio, que puede suponer tanto un simple gesto como implicar al sujeto en su totalidad. Tiene una determinada duración y pone o no en juego un ritmo concreto. Puede requerir un espacio importante o sólo el que necesita el cuerpo para habitarlo.”[2] y que el término terapia hace referencia a un tratamiento. En particular, Core Danzaterapia se caracteriza por ser, en palabras de su creadora, “un método de autoestudio emocional”[3]; el cual se busca la verbalización y concientización de las manifestaciones kinestésicas y artísticas que se producen durante una sesión, sea esta individual o grupal, y de los simbolismos presentes en ellas. Como resultado, se generan aprendizajes y tomas de conciencia a través de la transformación por medio del arte de los conflictos expresados en significados más positivos: la culpa, el dolor, y la desesperanza -por mencionar algunos ejemplos- se perciben desde una perspectiva más amorosa, aceptante, y/o consoladora. Estas características permiten identificar a Core Danzaterapia como un método psicoterapéutico, al coincidir con aquellas planteadas por Bernardi y otros[4] como propias de toda psicoterapia:
  • Se basa en la relación profesional y humana existente entre el danzaterapeuta y las personas que acuden a sesión, sea esta individual o grupal.
  • Utiliza determinados procedimientos psicológicos y conocimientos sobre el psiquismo.
  • Busca promover el cambio psíquico, buscando aliviar un sufrimiento o favorecer el desarrollo de la persona y de sus vínculos.
Además, Core Danzaterapia proporciona los siguientes beneficios:
  • Disfrutar plenamente del cuerpo en movimiento.
  • Concentrarse en el aquí y el ahora, y por ende, el pensar con claridad.
  • Desbloquear los músculos, lo cual a su vez libera tensiones psíquicas y corporales, y disminuye los dolores generados por dichas tensiones.
  • Explorar diferentes posibilidades de movimiento, que se traducen en diferentes maneras de comportarse, pensar y reaccionar ante las situaciones de la vida cotidiana.
  • Descubrir emociones que desconocíamos.
  • Poner en práctica, “ensayar”, los cambios actitudinales y conductuales que favorezcan el desarrollo de la persona y sus vínculos.
  • Mitigar dolores resultantes de una postura crónica, y favorece su erradicación.
  • Ejercitarse, lo cual desarrolla la flexibilidad y el tono muscular, a la vez que elimina toxinas.
  • Aligerar el tránsito intestinal y prevenir el estreñimiento.
  • Incrementar la coordinación psicomotriz.
  • Desarrollar la conciencia espacial y corporal.
  • Favorecer la liberación de inhibiciones.
  • Aceptar el propio cuerpo y el de los demás.
  • Mejorar la autoimagen y desarrolla el autoestima.
  • Estimular la creatividad.
  • Generar equilibrio y armonía a niveles intrapersonal e interpersonal.
  • Brindar una sensación de bienestar.
  • Reconciliarse con uno mismo.
  • Reforzar la vida espiritual.

Antecedentes

En su niñez, Sheykholya descubrió el potencial de la danza para el autoconocimiento y la expresión, cuando a falta de un lenguaje para escribir lo que sentía, comenzó a danzarlo. Años más adelante, mientras estudiaba medicina (una de tantas opciones profesionales que probó) y sumida en una depresión, descubrió el libro “Danza, Experiencia de Vida” de María Fux. Tras leerlo, abandonó la Facultad de Medicina para iniciar una búsqueda a través de la danza.
En un primer momento, quiso incorporar los procesos que describía Fux -catarsis guiada, movimiento auténtico, improvisación y creatividad- en las clases de danza oriental que impartía, a la par de investigar sobre los orígenes de la danza. En su investigación, confirmó que la danza surgió y se desarrolló como un intento del ser humano por darle sentido a los eventos que vivía: la cacería, los fenómenos y desastres naturales, la guerra, la concepción, la muerte, el paso a la adultez y a la vejez, entre otros.
Después, durante su formación como terapeuta de arte y danzaterapeuta, se enfrentó a dos situaciones: la falta de una estructura clara para trabajar y que diferenciara una clase de expresión corporal de una sesión de danzaterapia, y la importancia de generar en esta última un ambiente consolador, amoroso, aceptante y compasivo, donde nada se corrigiera ni se rechazara; cualidades ausentes en algunos de los lugares en los que participó, que se basaban bien en una perspectiva de confrontación, o en una que no aceptaba ni abordaba la catarsis.
Estos descubrimientos motivaron a Sheykholya a lograr que en México existiera una formación profesional de danzaterapia. Su primer intento fue hacer un convenio con una institución extranjera para que impartiera su programa en el país, el cual fracasó. A raíz de esto, y las conclusiones extraídas de los resultados obtenidos en los talleres y sesiones que impartía, creó su propio método y empezó a enseñarlo en su estudio de danza.
A través de todas estas actividades, Azadeh Sheykholya busca transmitir lo que ha descubierto con respecto a la danza:
(Tengo) la firme certeza de que mi vida entera es danza y que he danzado toda mi vida (…)
He descubierto que no necesito unas hermosas puntas, piernas largas o cervicales hermosas para danzar, porque ahora que estoy recostada en mi mecedora, estoy danzando, y sé que mi hija, vibrando con mí ser, lo hace conmigo también… Puedo danzar sentada. Puedo danzar sentada también, sí, incluso dormida, acostada, recostada, de lado, sin desplazarme, sin girar, sin volar en el aire o recibir aplausos. Puedo danzar como sea porque danza mi alma en cada dedo que muevo (…)
Cuando danzo soy libre, verdaderamente libre de ser y no ser, de hacer y no hacer, de querer y no querer. Puedo convivir armónicamente y sin dolor o culpa con la dicotomía de la dualidad. Convergo y divergo, y sigo siendo yo, en ese mismo instante. Sigo siendo, sigo existiendo eternamente en el movimiento que por ser efímero, es eterno; porque no volverá a existir otro igual, y este movimiento vivirá como fue, aunque fuere un instante, eternamente, en mi memoria.
Azadeh Sheykholya[3]

Fundamentación

Existen múltiples evidencias respecto al papel terapéutico de la danza desde los inicios de la historia humana: la curación por medio del ritmo, los rituales de grupo y el trance a través del movimiento y la danza está presente en la tradición y la vida cotidiana de muchas culturas antiguas [1], en las cuales se ha utilizado, entre otras cosas, para expresar una gran variedad de sentimientos, lograr la cohesión de la comunidad al prevenir el temor y alienación de sus integrantes, y para acceder a nuevos conocimientos sobre el mundo y sobre sí mismos. [2]
La danzaterapia retoma estas evidencias y las integra con los conocimientos proporcionados por la ciencia occidental moderna, más específicamente por la psicología y las intervenciones terapéuticas. Para la creación de su método, Sheykholya se inspiró en las aportaciones realizadas por María Fux, así como en los planteamientos realizados por Viktor FranklAbraham Maslow y Fritz Perls.
De Frankl, rescata la importancia de promover que las personas descubran el sentido que para su vida tienen sus vivencias y sus acciones, así como de la impermanencia de cualquier circunstancia, lo cual tiene múltiples aplicaciones dentro de un contexto terapéutico (por ejemplo, cuando se está viviendo una situación desagradable). En el mismo sentido, Sheykholya reconoce el potencial de la danzaterapia para generar las condiciones que Abraham Maslow señaló como favorecedoras del desarrollo personal: aceptar que somos lo que podemos ser, reconocernos como capaces de tener éxito en nuestra búsqueda incesante por realizarnos y trascender, experimentar momentos de dicha absoluta, y aprender de las experiencias dolorosas con ayuda de la compasión, comprensión y tiempo. Por último, el método Core Danzaterapia toma dentro de sus bases las observaciones que realizó Perls sobre la facultad que tienen las personas de cobrar conciencia, es decir, de saber que saben lo que están haciendo, y la importancia de que lo hagan. También subraya la importancia de que las personas se den la oportunidad de cerrar ciclos; de “viajar” en el tiempo y atreverse a hacer, decir o pensar algo que les permita completar lo que quedó pendiente, desde la circunstancia actual, con lo que han aprendido, crecido y sanado, y la metodología Core lo toma como uno de sus objetivos: “Trato de que las personas tengan la oportunidad de volver a escribir y rescribir su propia historia encontrando las respuestas que emocionalmente necesitan escuchar”[3]. Para ello, es fundamental revisar de manera constante lo que ocurre con la persona conforme avanza su proceso: espejar lo que observamos en el otro permite lograr una empatía e iniciar el diálogo sobre su experiencia:
“Adopto la postura del otro e intento hacer un ejercicio de consciencia que me permita saberme cómo me siento cuando estoy así. ¿Me cuesta respirar? ¿Me oprime el pecho? ¿Veo el piso, el techo, el horizonte? ¿Me brinda confort, comodidad? ¿Me cubre? ¿Me hace sentir vulnerable? ¿Me acerca? Pienso en todo lo que esa postura me provoca a mí y se lo comparto al otro en un intento de entablar un puente de comunicación. El otro, que puede verse reflejado en mí, se vuelve consciente de ello y puede iniciar su proceso hablando al respecto”.
Azadeh Sheykholya[3]
Además, es posible identificar en distintas disciplinas otras aportaciones teóricas y prácticas que dan sustento al trabajo que se realiza en Core-Danzaterapia. Darwin, Bleuler, Charcot, Freud, Adler, Jung, Reich y Lowen han realizado aportaciones respecto a las diferencias en la estructura corporal de los individuos, la relación que esto tiene tanto con sus características de personalidad y expresividad como con sus patrones de movimiento, el papel de la expresión corporal en las relaciones humanas, y la posibilidad de conseguir cambios en estos aspectos a través de la modificación de los patrones de movimiento. Asimismo, el énfasis que se hace en que el danzaterapeuta entienda la perspectiva de la persona que asiste a la sesión de danzaterapia, sin intentar corregir nada, claramente corresponde a las características identificadas por Carl Rogers dentro de una relación terapéutica[5].

Metodología

La metodología de Core-DT, se fundamenta en 16 pilares fundamentales: No confrontación, Integración cuerpo mente, Liberación del estrés, Autenticidad, Permiso, Ensayo, Compañía y diferenciación, Nutrición, Ludicidad y juego, Humor, Catarsis e insight, Atención en el presente, Consolación, Corporización, Ritmo orgánico y resolución del conflicto.
Estos pilares sustentan las siete etapas que componen una sesión de Core-DT:
  1. Estímulo.
  2. Pregunta.
  3. Explotación danzada.
  4. Haciendo visible lo invisible.
  5. Catarsis.
  6. Darse cuenta.
  7. Haciendo agua de limón.
ESTÍMULO: En esta fase, se presenta el estímulo que servirá de base para el trabajo durante la sesión. Core Danzaterapia, a diferencia de otros métodos, utiliza estímulos que sean significativos para las personas, que les generen sensaciones internas y las remitan a experiencias vitales, como ocurre con el dolor, la culpa, el perdón, el control, el dejar ir, el confiar, el amor, el juego, la risa, el humor, el poder, los límites, el conflicto, el placer, el miedo, las mentiras, la locura, la autodependencia y la muerte, por mencionar sólo algunos de los mencionados por Sheykholya.
PREGUNTA: Es la etapa en la cual los participantes exploran las sensaciones corporales que se generan a partir de conocer el estímulo, así cómo los conceptos y simbolizaciones construidos en torno a él: colores, texturas, aromas, sabores, sonidos, ritmos y, sobre todo, movimientos. Esto permite que un concepto abstracto, o una emoción compleja, dé lugar a experiencias que tengan un sentido y sean significativos para las personas. También promueve que las personas contacten emociones profundamente guardadas, ignoradas o negadas.
EXPLORACIÓN DANZADA: Durante ella, las personas danzan, explorando sus movimientos y sensaciones con plena consciencia de la experiencia presente. Esos movimientos -esa danza- evidencian las huellas, matices, sensaciones y recuerdos que están en la historia pasada de la persona, pero que no han sido identificadas, verbalizadas ni, en muchas ocasiones, resueltas. Esta fase por sí misma es catártica, y por ende, terapéutica: mientras las personas danzan, mientras mueven su cuerpo, mueven todo lo que hay en él -emociones, recuerdos, creencias, ideas… y el resultado es que después de haberlos movido, no quedan igual, lo cual abre un puente para la verbalización y transformación de los conflictos existentes con relación al estímulo.
Si bien en esta etapa generalmente se utiliza música de fondo, se les pide a las personas que dancen a partir de lo que contactan en su interioridad, más que de lo que indica la melodía.
HACER VISIBLE LO INVISIBLE: En esta fase se recurre al arteterapia para que las personas plasmen lo que vivieron mientras se movían. Los colores y texturas de los materiales utilizados en las artes plásticas, así como las formas que adoptan, se consideran símbolos del proceso de la persona durante la exploración danzada, y sirven para entender dicho proceso. Además, el que las personas puedan manejar de manera tangible las emociones generadas sirve para fomentar el cambio personal, al darle una dimensión, un límite, y reconocer el poder personal del individuo como agente de cambio.
CATARSIS: En cualquier momento de una sesión de Core-DT puede ocurrir una descarga emocional; la catarsis puede presentarse desde la primera fase hasta la última, en el momento que la persona necesite experimentarla y las condiciones se han dado para ello. También puede manifestarse en distintos grados de intensidad.
DARSE CUENTA: Durante esta etapa, el terapeuta promueve que las personas realicen un esfuerzo consciente para abstraer lo mejor de la experiencia y relacionarla con su vida, con la ayuda de preguntas abiertas: Qué representa eso? Qué te genera? Cómo te sientes con respecto a eso? Qué te dice de ti? Qué podrías hacer? Qué necesitas?, todas ellas buscan reflejar a la persona, no confrontarla.
HACIENDO AGUA DE LIMÓN: Esta fase recibe su nombre de la experiencia de Sheykhokya con el limón: en su estado natural, le produce una reacción adversa en la lengua, caracrerizada por inflamación, agrietamiento y sangrado; sin embargo, con azúcar se neutraliza. Tomando en cuenta esto, y la prevalencia del cambio como constante en la existencia, esta etapa brinda a las personas la oportunidad de reconocer su capacidad para cambiar las cosas, y dar lugar a algo nuevo. Una vez más, el arte es la vía, debido a que todo material lleva en su esencia el potencial de transformación, y las personas también: podemos cambiar nuestras acciones, o nuestra actitud a los eventos de la vida.
Además de estas etapas, Sheykholya incluye en todas sus sesiones un momento para que las personas hablen de cómo están al inicio de la sesión, y al final de esta. Ella los llama “check in” y “check out”, haciendo una analogía de lo que ocurre cuando uno se hospeda wn un hotel: en el check in, muestras con qué llegas; en el check out, muestras con qué te vas.
Áreas de aplicación
Core-DT tiene aplicaciones en todas las áreas de la psicología: clínica, educativa, organizacional, social, y educación especial. Está documentada su eficacia en el trabajo con estudiantes de teatro[6], adolescentes[7], supervivientes de abuso sexual[8], personas con VIH-SIDA[9], y personas con discapacidad [10].

Referencias

  1. ↑ 1,0 1,1 Panhofer, Heidrun; Rodríguez Cigaran, Sarah (2005). «La Danza Movimiento Terapia: una nueva profesión se introduce en España». En Panhofer, Heidrun. El cuerpo en psicoterapia: Teoría y práctica de la Danza Movimiento Terapia (1a. edición). Barcelona: Gedisa. p. 50. ISBN 84-9784-083-6.
  2. ↑ 2,0 2,1 Wengrower, Hilda; Chaiklin, Sharon (2008). «Introducción». En Wengrower, Hilda; Chaiklin, Sharon. La vida es danza : el arte y la ciencia en la Danza Movimiento Terapia ([Trad. Víctor Fischman] 1a. edición). Barcelona: Gedisa. p. 20. ISBN 978-84-9784-227-3.
  3. ↑ 3,0 3,1 3,2 3,3 Shekholya, Azadeh (2013). El corazón danzado. La Psicoterapia de la Danza. Bloomington: Palibrio. p. 160. ISBN 978-1-4633-4350-7.
  4.  Bernardi, Ricardo; Defey, Denise; Garbarino, Alejandro; Tutté, Juan Carlos; Villalba, Luis (Diciembre 2004). «Guía clínica para la psicoterapia»Revista de Psiquiatría del Uruguay 68 (2): 99–146. ISSN 1688-1257.
  5.  Rogers, Carl R. (2013). El corazón danzado. La Psicoterapia de la Danza. Barcelona: Paidós. ISBN 978-84-493-0993-9.
  6.  Sánchez López, José Pastor (2015). Tócame para ser: Danza y terapia Gestalt en estudiantes de teatro con neurosis histérica. (Tesis de maestría). Xalapa: Centro de Estudios e Investigación Gestálticos.
  7.  Garduño Medina, Ana Rosa (2015). Core Danzaterapia: Un camino al autoconocimiento y responsabilidad en personas de 17 a 22 años. (Tesis de maestría). Instituto Carl Rogers.
  8.  Tapia Pérez, Lilian (2013). El abuso sexual y su abordaje a través de la danzaterapia. Toluca: Primer encuentro internacional de Danzaterapia.
  9.  Landeros Pérez, Zaira Zoé (2013). La danzaterapia con poblaciones previas a la muerte: VIH-SIDA. Toluca: Primer encuentro internacional de Danzaterapia.
  10.  Ramírez Martínez, Alejandro (2013). La discapacidad y su abordaje terapéutico a través de la danzaterapia. Toluca: Primer encuentro internacional de Danzaterapia.
Enlaces externos
https://youtu.be/b5B8LTQMlY4

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